Naipes para todas las edades

por Antonio García Rua

 

El juego de naipes ha sido un entretenimiento muy extendido en todos los países desde hace al menos seis siglos, con sus vertientes de instrumento de engañabobos para incautos que caen en manos de tahúres profesionales, pasatiempo familiar para las largas tardes o veladas, partidas de fuertes apuestas entre ludópatas, etcétera, pero no sólo los adultos pueden beneficiarse de las delicias de los juegos de naipes. Por supuesto, los más pequeños de la casa también pueden gozar de las cartas.

Pero casi todos los juegos habituales para los adultos son algo difíciles de asimilar y jugar con pericia, por lo que hubo que inventar algo especial para los niños. Y así se iniciaron los naipes especiales para los pequeños, y se les denominó, de la forma más obvia, “barajas infantiles”.

 

 

En España, hasta mediados del siglo XX, si pedías una “baraja infantil” en cualquier kiosco, juguetería, papelería o estanco, te daban una baraja de Oros, Copas, Espadas y Bastos de pequeño tamaño: la solución más rápida para facilitar el juego a los reyes de la casa fue disminuir el tamaño de los naipes, y de este modo, al menos desde el siglo XIX, se fabricaron abundantes naipes de pequeño formato, siempre con la denominación de “baraja infantil”, para permitir el manejo de las cartas a las manitas de los infantes.

 

 

Y muchas de ellas acentúan la diferencia al utilizar imágenes de tipo infantil o cómico.

 

 

El soporte utilizado era papel más o menos fino, en las mejores, cartulina fina, y muchas veces se presentaban en pliego sin cortar o con un troquelado tipo sello de correos, para que se pudiesen cortar fácilmente los naipes a mano.

 

 

Se editaron infinidad de modelos diferentes. Algunos pasaron directamente al dominio de las rifas de las fiestas populares o del ferrocarril, en las que se venden los pequeños naipes recortados de uno en uno o varios a la vez del pliego original, y luego se saca una carta de una baraja normal, que es la que hace caer el premio sobre la persona que ha comprado la correspondiente en miniatura. Estos pliegos se vendían en paquetes de 100, y para que un pasajero no pudiese utilizar dos veces el mismo naipe, llevaban en el reverso un número distinto en cada pliego. Todavía en la actualidad se pueden encontrar estas rifas en muchos lugares de España.

 

 

También se utilizaron los naipes de pequeño formato para fines publicitarios, a veces insertando la publicidad en el reverso, a veces incluyendo los textos publicitarios en el anverso de los naipes más despejados, normalmente en los Cuatros y los Doses, y en otros naipes adecuados. Incluso hubo un Naipe Anunciador, como su nombre indica, incluía anuncios de diversos productos comerciales.

 

 

Por el contrario, en otros países europeos, la tendencia fue muy diferente. Ya desde mediados del siglo XIX se editaron barajas especialmente concebidas para los más jovencitos, eludiendo los palos tradicionales e inventando nuevos tipos de barajas especiales para nuevos juegos que podían ser más sencillos para los niños, apareciendo los juegos de Parejas, en los que se trata de hacer parejas de cartas relacionadas, o  de Cuartetos, buscando reunir cuatro cartas similares, o de Familias, muchas de ellas compuestas por 7 familias de 6 cartas cada una, que hay que ir reuniendo por el sistema de ir robando de un montón y descartándose las que no interesan, o pidiéndoselas directamente a otros jugadores. Posiblemente la primera de todas fue “Happy Families”, de 1851, inglesa, en que las familias eran de 4 miembros: Padre, Madre, Hijo e Hija, y eran de oficios. En Alemania, Francia, Inglaterra y otros países hay abundantes ejemplos de este tipo de barajas, plenamente extendidas a mediados del siglo XIX y hasta nuestros días.

 

 

En este caso, el tamaño de las cartas no se disminuye en absoluto, más bien se agranda hasta los 110 x 75 mm o más. Una empresa alemana, Scholz, editó a principios del siglo XX dos barajas de cuartetos de pintores con los textos en español, que se vendió en España, y ésas fueron las primeras barajas realmente infantiles, en el sentido que le solemos dar hoy al término, que circularon por España, pero no estaban hechas en España.

 

 

Curiosamente las dos barajas llevan 12 cuartetos de fotografías de cuadros famosos, agrupados en cuartetos del mismo pintor, en formato de 120 x 80 mm, pero los cuadros y algunos pintores son diferentes entre ellas.

 

 

Mucho después, en 1937, Hijos de Heraclio Fournier edita en Vitoria la baraja “España y sus Banderas”, de 41 cartas, tamaño 72 x 50 mm, con las banderas de España. Italia, Marruecos. Alemania y Falange Española, para un juego especial de tipo Cinquillo. Es sin duda una baraja infantil, aunque “aleccionadora” por su contenido ideológico y la fecha de edición, en plena guerra. Representa las cuatro fuerzas que apoyaban al bando nacional.

 

 

Poco después, en 1938, editaron también la baraja “Lea”, 50 naipes alfabéticos, de 72 x 50 mm, que se podría considerar también baraja de tipo infantil.

 

 

A partir de 1957, los naiperos españoles “descubrieron” las barajas de familias, y se pusieron a la tarea. Heraclio Fournier sacó una baraja de Walt Disney y luego la más popular, “Familias de 7 países”, Editorial Zaragozano editó Las 7 Familias (Los Oficios) y poco después Naipes Comas se sumó a la fiesta con varias barajas del mismo tipo. Y a partir de la popularización de la televisión, hacia 1970, Heraclio Fournier empezó a producir barajas de familias de todas las series de moda, varios centenares desde entonces hasta la fecha. No hay serie de la tele ni película que no tenga su baraja infantil correspondiente.

Milagrosamente conseguí hace unos años una baraja llamada “Juego del Búho”. En tamaño de 113 x 63 mm, sobre cartoncillo bastante grueso, son 32 cartas de parejas animales, macho y hembra. Viene con las instrucciones para el juego mecanografiadas en dos folios, ya no sé si es el formato original o es una copia hecha por el originario poseedor de la baraja cuando se le perdió el reglamento. Y solamente dos datos interesantes: La editorial E. J. y el autor de los dibujos L.V. Molné.

 

 

En la Editorial Juventud, de Barcelona, me confirmaron que las siglas E.J. corresponden a esa editorial, pero la tipografía es la que se usaba en los años 30. Y para el dibujante localicé en la Enciclopedia Catalana que L. V. Molné corresponde a Luis Vidal Molné, artista nacido en Barcelona en 1907. Sí, es el mismo Molné que dibujó la baraja “Visca la Sardana” en 1934, que firmaba con su segundo apellido para distinguirse de su hermano Ignasi Vidal. Y la baraja “Juego del Búho” seguramente la dibujó por esas mismas fechas, pues huyó de España para afincarse en Mónaco en 1939. Allí participó en diversos eventos artísticos, y también hizo exposiciones por toda Europa.

 

 

La baraja, por lo tanto, debe ser anterior a la guerra civil, aunque la fecha exacta no la tengo clara, en Editorial Juventud no supieron decírmela. Por otro lado, la caja de la baraja es similar a las de las barajas de Scholz, con tapa de encajar con bordes más grandes que las paredes laterales. Se trata sin duda de la primera baraja “de Familias” hecha en España., aunque en su caso las familias sean sólo de dos componentes, padre y madre.

 

 

Antonio García Rua